Cuando nació en Belén, hace aproximadamente 2000 años (compárese con Miqueas 5:2; Lucas 2:4-7). Este punto en el tiempo es denominado por Dios mismo como la “plenitud del tiempo” (Gálatas 4:4, V.M.). El hombre había sido probado de diferentes maneras, y siempre había fracasado por completo. Entonces Dios envió a su Hijo y habló por medio de Él – o en Él -, es decir, en la persona del Hijo (Hebreos 1:1-2).
